Por la providencia de Dios, muchos pentecostales y evangélicos arminianos están abrazando la sana doctrina de las Escrituras resumidas en las confesiones Reformadas históricas. Sin embargo, como ha pasado en toda época, a menudo los ‘nuevos creyentes’ adoptan posiciones extremistas y fanáticas. Hoy varios de los convertidos a la fe Reformada Presbiteriana olvidan que fue la gracia de su Dios que les ayudó a apreciar sus errores anteriores, y desean aplicar un nuevo rigor en nombre de la “sana doctrina”. Es el momento de hacer un llamado a la cordura, a la razón, y al espíritu de humildad que es la esencia de la doctrina ‘Reformada’. La diferencia entre la búsqueda de edificación en la controversia y la soberbia doctrinal está en el modo de compartir. El verdadero amor es humilde, y busca el bien del otro. La doctrina de la gracia enseña que es por el Espíritu Santo, no solamente por la fuerza del argumento y menos por la ironía, la burla o el insulto que otro puede ver la verdad.
En particular, ha surgido algunos roces entre los presbiterianos, y los que se denominan ‘bautistas reformados’ o ‘bautistas calvinistas’. Algunos de los presbiterianos convertidos, muchos de los cuales son jóvenes, expresan un celo por la doctrina del bautismo de infantes que podría sobrepasar lo sano. Otros entre el campamento bautista, hacen del ‘credobautismo’ marca última de fidelidad a las Escrituras. Personalmente me suscribo al paedobautismo, y he participado en discusiones largas y fructíferas con hermanos bautistas sobre este tema. Sinceramente creo que algunos bautistas son tan cerca a mi teología del pacto, que deberían bautizar a sus hijos. Con todo y nuestras diferencias, es necesario clarificar varios aspectos con respecto a las relaciones ecuménicas entre presbiterianos y bautistas calvinistas. Hablaré a mis hermanos presbiterianos en este caso, dejando que los padres bautistas aconsejen a los suyos.
1. En primer lugar, los bautistas calvinistas que se suscriben a la Confesión de Fe de Londres (1689) no son anabautistas, como algunos los llaman por desconocimiento de la historia. La Confesion de Fe de Londres es una copia en su mayoría de la Confesión de Fe de Westminster, modificando los artículos sobre la Iglesia, el bautismo y algunos otros puntos. La Confesion bautista de 1646, precursor de la de Londres de 1689, específiciamente rechaza la acusación de ser anabautistas en su introducción. En cuanto a los “anabautistas”, en primer lugar se debe reconocer que el movimiento anabautista fue muy diverso, desde los violentos y fanaticos milenarios como Juan de Leiden, a los más pacíficos menonitas. Una de las confesiones anabautistas tempranas es la Confesion de Schleitheim (1527), que evidencia diferencias profundas en materia de teología con la Confesión de fe de Londres. Estos desconocimientos de la historia no promueven la honra de Dios, la verdad de nuestras palabras, ni la edificacion del cuerpo de Cristo. Históricamente es muy claro que los que se suscriben a la Confesión de Fe de Londres salieron del ala calvinista en Inglaterra, y no de los grupos anabautistas.
2. En segundo lugar, la Confesión de Fe de Westminster, en su artículo XXV.5 reconoce que aún las iglesias más puras estarán sujetas a errores e impurezas. Con esta afirmación, los autores de la Confesión estaban cortando todo afán extremista de perseguir una “iglesia perfecta” (ojo tanto presbiterianos como bautistas) . Si bien las respectivas confesiones definen para su denominación los que pueden ejercer los oficios de pastor, anciano y diácono, su función no es condenar como hereje a cualquiera que no sostenga todos los artículos. Este uso de las confesiones es altamente anti-histórico. El mismo Juan Calvino, autor de confesiones y catecismos Reformados y el padre espiritual de todas las confesiones presbiterianas, deseaba una unión entre luteranos y calvinistas a pesar de diferencias significativas en cuanto a la Santa Cena. No es lícito utilizar las confesiones para un fin para lo cual no fueron diseñadas, y debemos ejercer cordura, moderación y prudencia en estos asuntos.
3. A menudo el celo por la verdad nos enceguece al buen sentido de las cosas. Cotton Mather, puritano Reformado, tuvo que reconocer con tristeza las recientes persecuciones contra los bautistas en América, y predicó el sermón de ordinación de un pastor bautista. Hoy en día hay muchos presbiterianos como R.C. Sproul, cuya ‘ortodoxia’ presbiteriana es incuestionable, quienes participan en eventos junto con bautistas calvinistas como Al Mohler, D.A. Carson y otros, inclusive con bautistas dispensacionalistas como John Macarthur. Debe ser claro que los bautistas calvinistas son aliados en muchos frentes teológicos, no enemigos.
Probablemente no son sólo los presbiterianos celosos, sino algunos bautistas por su lado que demuestran las mismas actitudes. Considero más urgente que nuestras energías sean dirigidas contra los verdaderos enemigos del Evangelio, y no hermanos tan cercanos como otros calvinistas.
Un humilde consiervo,
GUILLERMO GREEN